En silencio veo la bella oscuridad,
el negro y gris color que solo llevas
porque es grandioso sin igual,
no iluminas pero me guías y te vas.
Inundas mi sentir, con eso tan anhelado,
tu esencia provoca un frio aterrador,
que congela mi alma cual témpano, helado.
Por eso, ¡Oh demonios! Me es encantador.
Aun no logro entender, solo pienso.
Mis pensamientos no me dicen, me gritan:
Amo a la noche, tan fría, tan negra;
la amo, aunque no pueda tocarla, con un lienzo
sin embargo la puedo sentir, eso me alegra.
Aunque detesto cuando el ella el gato y la luna se citan.
No me canso de verte, pues eres perfecta.
La noche, de mis amores tan opacos y tristes,
ante tu manto inmenso, dibujo el final de mi recta
lamentando perderte a cada amanecer, sin saber porque existes.
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