domingo, 27 de agosto de 2017

TARDE EN EL SUPERMERCADO 25/08/17 O CUALQUIER OTRA FECHA.



La calle me los muestra, gritan y ríen, corren y callan, se preparan para las compras con sendos bolsos y los brazos cansados. Las puertas se abren y ellos sonríen del mismo modo en el que sonrieron la semana pasada y la semana pasada a esta, pasadas semanas de sonrisas idénticas, compras y más compras.
Los miro y envidio a todos por ser tan mecánicos, tan servibles. Engranando todos, los unos a los otros. Piezas funcionales en la maquinaria de la vida, en la maquinaria del mercadeo, el de la continuidad eterna. Mientras yo averiado, pieza inutilizable, apartada del resto, limitándome a tan solo verlas girando, abriendo las puertas, cogiendo un producto, pagando lo más o menos que se les pide, cogiendo las monedas que le entregan a uno como vuelto pero siempre es menos, siempre vuelve menos a nuestras manos. 
Unos contra otras girando, llevando la movilidad de la enorme maquinaria de lo que llaman también vida digna. Ocupados seleccionando de los anaqueles, de los reposteros, de las mesas imaginarias eso por lo que tanto luchan. Ocupados todos en seguir girando, porque es lo único que saben, solo girar, sin descanso, tan solo girar hasta el hartazgo.
Se abren los ojos y salen todos a la competencia loca de ver quien termina la vuelta antes que los demás. Una competencia en la que empiezan agarrándose los unos a los otros sin reparar del que esta más próximo, sin importarle llegar al único final, en el mismo sentido y seguir empeñados en girar más rápido, porque quiere llegar primero que el resto. ¡Bah! como si vivir fuese una competencia. 
Todos ellos, por eso los envidio porque luchan a pesar de caer como único número central. Por eso y porque soy una pieza inservible, apartada, sin girar ni a favor ni en contra, simplemente no girar para permanecerse estancado.

Por eso.


-Melvin Jara

No hay comentarios:

Publicar un comentario