miércoles, 14 de septiembre de 2016

APRESURADO

 “Magia que nunca engaña pero miente… de las palabras a los hechos…. Hasta quedarme sin aliento, bendita magia”

Camino, esta vez dejando de ver el suelo -de perderme en los granos de arena que lo van lijando a uno mientras camina, esquivando las piedras que han ido a parar ahí justo delante para que caiga, en cada lugar, caiga. Esta vez hay un miedo mayor a caer, el ser arrollado. Ahora miro en ambas direcciones para poder cruzar, es que para ser franco me da miedo, absurda ocofobia.
Son muchas las noticias que teje la Panamericana, me enteré hace poquísimo que Sor-yuz atropelló cerca de mi casa a una jovencita que vociferaba a modo de ruego a todos a quienes veía, gritaba como loca, nadie podía callarla, solo calló cuando murió, preguntaba ¿Qué hora es? ¿Qué hora es?
En las noticias dijeron que el estrés la había llevado al caos total, lo dijeron solo así, en tono frío y serio, con esos ojos fijos en la pantalla deseoso de convencerse a sí mismo que lo hace bien: “Caos Total” como si el caos tuviese un límite. Yo no pienso lo mismo, creo que aquella jovencita sabía que era su turno, que todas las mentiras estaban libres, que la campana no tocaría  y preguntaba la hora para hacerle frente o huir de ella lo más lejos posible.
Por eso corro al cruzarla, sorbo todo el aire que pueda y corro a toda prisa, llegó al otro lado y no silbo la canción que tantas veces silbé, espero, viendo al cielo, cuidando que no pase por ahí alguna avecilla que pueda nuevamente cagar sobre mis hombros como la vez que asistí a un evento llamado “Batallas Desérticas”.
 Imaginé que era una exposición de cactus y rocas desérticas. Pero no lo era en lo absoluto, lo de desérticas fue lo primero que se podía notar, eran gritos vacíos,  y no había cactus no había piedras, un tipo de traje oscuro leía un poema de un Niels Hav, en defensa de los poetas, decía que se apiaden de ellos, que han nacido tristes; cuando explotó una risotada juvenil detrás, enojado por la distracción viré la cabeza en dirección a la risa ella me apuntaba, ¡no! Apunaba mi hombro, se burlaba de mí a risa tendida, estaba cagado y no supe dónde meter la cabeza de la vergüenza, la joven solo se reía señalando la parte sucia de la chompa que me acababa de comprar; la chica de la tienda había dicho que me quedaba espectacular y que resaltaba mi mirada, luego sonrío al irme me dí cuenta que tenía un número de celular apuntado en la parte posterior de la boleta.
Salí corriendo de la plazuela dejando atrás la voz que leía aquel poema. No volví más a ese parque y en cuanto a los del evento; leí en una revista local días después que dos de ellos aparecieron muertos a orillas del mar mientras uno aún permanecía desaparecido. Los policías decían que el “poeta asesino” había desaparecido, es que habían pruebas contundentes, videos donde se veía que él llevaba a dos tipos completamente ebrios para dejarlos a orillas del muelle antiguo y amenazarlos con una pistola y disparando al aire. Acto seguido los ebrios saltan y son grabados hasta que desaparecen completamente, guarda la cámara, enciende un cigarrillo y procede a retirarse. Hasta la fecha no saben dónde está y no he vuelto a escuchar nada de poesía en las calles.
Y solo espero el auto, para saltar dentro y esperar que avance mientras me voy perdiendo en los saludos de casas que voy dejando, irme recostando a la ventana y soltar la respiración hasta olvidar todo lo que me costó cruzar aquella pista para empezar a intentar contar una historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario