domingo, 23 de julio de 2017

CAGADOS

Frente a esa capilla te vi desaparecer y nuevamente aparecer. Ese día estuve cubierto de bebidas y otras sustancias que no podría decir con exactitud si fue ese día o tal vez otro. Pero fue ahí. Esperabas el auto que te lleve a un lugar seguro, a casa. Pues en casa todo es seguro, incluso la muerte o el olvido que a fin de cuentas es lo mismo.
La ciudad bullía con personas e insectos que se comen entre si. Frentes verdes y antenas negras, aparatos bucales, maxilas, mandíbulas, labros, labio superior e inferior, lengua, proboscis, ojos, conjunto de ojos. Salvo por los huesos y pellejos los podemos diferenciar. Similares al fin y al cabo.
Llevabas parada dos horas y cincuenta minutos, hacía frío y tus padres habían vendido tus abrigos, defendiéndose dijeron que esperaban mejor clima pero acabaron enredados y finalizaron la conversación con un: No eran ropajes de tu agrado.
Por eso no te persignabas frente a la capilla e ibas preguntándote si no era un castigo divino por andar de incrédula a la palabra del señor creador pues tenías examen de física y por la tarde uno de lenguaje.
Tenías quince años y te importó poco el hecho de que encontrarías a tu madre arrojando humos, enojada. Pues te castigaría sin llevarte al cine a ver la película que detestas, quizá por eso te tranquilizaste y me viste por fin.
Notaste que también yo sonreía, así de a poquito nomás, yo sonreía. Pero recordabas tanto los examenes porque era un examen final y dependías de esa nota para salvar el semestre.
Estabas asustada y se te hacía tarde y no habías estudiado nada y hacía frío y yo tan solo sonreía.
Quién sabe que pasaba por tu cabeza en aquel momento, nada decías y ahora uno aquí frente a tus padres y a los míos tratando de explicar cómo carajos era eso que te embaracé teniendo apenas trece años.
Te veo pero solo susurras culpándome de tampoco persignarme ante la capilla, pero ya no importaba, a fin de cuentas estamos cagados.

-MEVIN JARA

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