martes, 3 de enero de 2017

SOLO UN NIÑO


Ese niño era malo, dejaba las cosas tiradas, los juguetes regados por todos lados. Ese niño rebuscaba toda la casa hasta encontrar algo con lo que le interese jugar, dejaba  en desorden total. Era un niño malo y no es que lo diga solo porque desordenaba las cosas, no, era malo porque no dejaba jugar a los demás, se apoderaba de todo y era el más travieso de todos, es que dejaba todo regado. Las cajas acababan revueltas, sacaba todo lo que estaba alrededor, no se imaginan todo lo que él hacía. Es que dejaba todo tirado, rebuscaba en toda la casa y no era porque quisiera hacerlo, solo rebuscaba intentando encontrar algo con lo que pueda jugar. Era un niño, en sí no era malo, solo era un niño que buscaba entre todas las cajas. Jamás hubo niño tan malo ni tan bueno. En verdad no sabría decir si era bueno o quizá malo, es que solo se dedicaba a rebuscar. Rebuscaba entre las cajas, las maletas y en todas las esquinas. Un niño curioso tan solo. Ahora que lo pienso bien no era ni bueno ni malo, pero yo creía con total convicción que era malo, pero quién no podría creerlo si destrozaba todo y no dejaba nada en buen estado. Es que los niños son así, me repetía mi madre mientras me pedía ayudarla a limpiar el desorden que dejaba, yo apretaba los dientes lleno de cólera porque no entendía como un niño bueno podría hacer todo eso, siempre lo culpe de ser malo, decía a todos los vecinos que no lo dejen entrar a su casas, pues para mí era malo, aunque no era malo ni bueno, tan solo era un niño. En verdad destrozaba todo y esperaba con su sonrisita, sentadito a un lado con ojos enormes y balbuceando alguna que otra palabra, no solo rebuscaba entre algunas cajas, no, rebuscaba en todas y dejaba regado todo, mamá llegaba y encontraba todo regado y comenzaba a gritar, culpándome siempre, nunca lo culpo a él, pues era solo un niño, era siempre yo el que pagaba los platos rotos, pero ¡válgame dios! solo era un niño, los niños no conocen del bien ni del mal, por eso lo perdonaron muchas veces, por eso lo perdone yo y a regañadientes porque la culpa solo la cargaba yo, el niño salía libre de todo y era yo quien limpiaba el desorden. Por eso para mí era malo, para mi madre no, pues era tan solo un niño. Llegaba al hogar y mis carros esperaban tirados por toda la casa, los robots destrozados, brazos y piernas apartados unos del otro, era malo para mí, era muy malo, pero para los mayores de la casa no lo era, era solo un niño, a pesar de que destrozaba mis juguetes, era triste llegar a casa después de la jornada escolar y toparse con cuadros de muñecos degollados, tirados, pedazos de ellos en cada espacio de la habitación acompañados, claro está, de la sonrisa del nene que está sentado, agitando aún las manos con alguna parte del último juguete, pero no era malo, mucho menos era bueno. Con decirles que una vez quemó todos los muñecos recortables que había coleccionado, eran muchos, eran dos libros enteros con muñequitos de muchos animes, tenía mucho tiempo libre por eso los veía a menudo,  todos acabaron en llamas, con la misma sonrisa del niño que no podía ser malo ante los ojos de la mayoría, como tampoco bueno ante los míos, ¿qué era entonces? Llegar y encontrar la colección que tardaste meses en conseguir convertido en cenizas y polvo, horas de caminatas perdidas, pues dejaba de subir al micro y caminaba treinta y dos cuadras y media hasta llegar al portón verde y tocar tres veces para darse con la sorpresa de que la colección que duro meses está convertida en polvo y cenizas,  fueron largas jornadas pero para los mayores el niño no era malo,  pero había quemado todo el esfuerzo de meses y meses con caminatas bajo el inmenso sol,  era solo un niño después de todo y no se le podía culpar ni recriminar absolutamente nada, aunque siempre acababa con una sonrisita maléfica, saltando sobre las cenizas que quedaban regadas. Así son los niños decían todos y se volcaban a sus conversaciones donde priman las deudas y algunas sustancias que acrecentaba sus pupilas, todos con copas y paquetes de cigarro de múltiples colores, ocupados en ellos mismos, incapaces de culpar al pobre niño que había quemado y destruido todos los juguetes, rebuscado entre las cajas y todos los rincones. Solo una criatura, un niño, por eso no podía ser ni malo ante los ojos de los demás ni bueno ante los míos. Valga niñería con la que salen a veces los adultos.

MELVIN JARA.


(crónica de un niño solo )

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