Salía apresurado, invadido por todo tipo de ideas. En su
mente descansaba solo una consigna: hacer algo nuevo, algo distinto. Hoy no
iría a los típicos bares, hoy se perdería en otros caminos y bebería tragos que
no había bebido antes. Cansado de lugares sobrios, de monotonía girando al filo
del cristal que dormía en la bañera, de esa constante sonrisa dibujada en
alguna mesera.
Hoy iría a un prostíbulo, había tanto que aprender ahí, tanto que dejar.
Hoy iría a un prostíbulo, había tanto que aprender ahí, tanto que dejar.
Al llegar la enorme puerta dejaba entrever a tanto
hambriento sexual entrando y saliendo, jóvenes acariciados por el placer de un par de senos y un
cálido culo, entró y se topó con un ambiente lleno de luces amarillas y moradas y enormes
callejuelas serpenteantes minada de puertas a cada metro y dentro de cada una de esas puertas hechas de triplay explotaban de placer y descansaban algunos. Anduvo sin rumbo fijo, dejaba que sus piernas y su
estado etílico lo condujeran hacia alguna mina para explotar.
Una salió a interceptarlo
-¿A dónde vas guapo?
Levanto la mirada, sus ojos se toparon con una mujer de
metro sesenta y ocho, sonrisa histérica, ojos alienados, un cuerpo
delgado de una belleza que solo la saben reconocer los que han viajado
innumerable veces al infierno y vieron hacía arriba mientras ondeando una bandera rojoazul ese mismo, con esa mirada, con esa sonrisa, con esas piernas; tan ida, tan vuelta.
-Voy a perderme- dijo.
Ella lo abrazó, le dijo suavemente al oído:
-Por treinta te conduzco a un pequeño agujero que sin duda te dejará quizá no perdido. pero si resuelto y hasta podría decir fatigado.
-Por treinta te conduzco a un pequeño agujero que sin duda te dejará quizá no perdido. pero si resuelto y hasta podría decir fatigado.
Sonriendo y estremecido respondió:
-Te doy el doble, por dos turnos.
-¡Goloso resultaste guapo! Atraco, ando un poco
necesitada, jajaja.
Lo hizo pasar, sus ojos se detuvieron en los pantalones
colgados en el viejo perchero su camisón. Sobre un velador algo viejo y roído sonreía en uno de los
cajones una enorme de
pila de preservativos.
Ella se quitaba el brassier cuando este la vió
-¡Detente!, aun no- acercándose a la mujer- seré yo quien
te despoje de tu armadura.
Dejo el brassier en el perchero junto a las demás prendas y mostró una sonrisa cachonda para luego empujarla y ella dejando caer todo su peso sobre el camastro.
Se acercó, posó su mano en su cabellera levantándola un poco. Segundos después la puso de espadas, retiró el cabello viendo la nuca desnuda la beso. Sus
manos descendían y se posaron en uno de sus pechos, lo acaricio por
un rato, presionando lentamente, soñando con las nubes, sintiendo el regocijo
de palpar esos trozos pequeños sacados del cielo por algún endemoniado ser. Sus labios continuaron masajeando el cuello de aquella mujer mientras empezaba a jadear.
Ambos cayeron a la cama atraídos por el poder de gravedad en la habitación, empezando a encender las sabanas se despojó lentamente de todas las
prendas incluso hasta la piel, no hubo ósculo alguno que viole las reglas del
contrato de una puta, la lucha fue ardua, despertó la magia de aquel bosque que siendo
talado por muchos no habían logrado sembrar ni un solo árbol. La escena se dió entre jadeos, miradas conectando sus sexos, jugando a conocerse en cada
profunda caricia. Minutos antes de que el kamikaze estallara. Ella lo besó en
el rostro. Acariciando su cabello, mientras sacudía su cuerpo frenéticamente,
lo dejo reposar al lado suyo. El soldado recién llegado de las alturas merecía
un descanso. acabado el trajín, se acostó viendo al techo y preguntó bruscamente:
-¿Eres feliz?
La mujer sorprendida soltando una risilla respondió:
-¡Hombre! Soy una puta, ¿qué esperas que diga? ¿Qué soy feliz y que como perdices? Jajaja
-¡Hombre! Soy una puta, ¿qué esperas que diga? ¿Qué soy feliz y que como perdices? Jajaja
-Disculpa, a veces no sé porque se me ocurren esas preguntas.
-Es tu primera vez, ¿verdad?
-¿Con una mujer? No.
-Entonces con una puta ¿sí?
-Pues, sí. Gracias.
-Jajaja -Mientras ataba su cabello- Hasta agradece. Caballerito me resultase, ¿no
habrá flores y chocolates también?
-No.
-Bueno disculpa, eres raro.
-Gracias, es un halago alentador.
-Jajá, bueno guapo. Haber -dijo mientras abrazaba al
joven aun cansado- ¿La felicidad, si soy feliz? Es una pregunta muy complicada.
Cuando llego a casa y me entrego de llena a mi cama, lo soy. También lo soy cuando
al amanecer toca a la puerta mi hija, ella tiene trece años aunque parece de quince. No digas nada, lo sé. Soy
un mal ejemplo para ella. Pero, es que mi vida fue dura, su padre me abandono a
los ocho meses de gestación por un par de senos jóvenes y un culo de pato. Mi hija
es criada por mis padres, no me permiten Verla. Pero ella escapa y verla me
hace feliz, muy feliz.
También soy feliz cuando escucho algún tema de Nirvana.
Soy feliz cuando al comprar me sale una rebaja, puedo ahorrar y veo en cada
centavo a mi hija estudiando una carrera, no quiero que sea una puta como su madre.
Soy feliz cuando acaba el fin de semana, los lunes para aclararlo, pues llegan
siempre los tímidos y no necesito mucho tiempo para despacharlos. Lo soy
también cuando bebo una copa en el bar de la entrada antes empezar el trabajo, es
que para mí la felicidad es igual a tomarte unos tragos, si son muchos te
marean y acabas en la lona. Si lo bebes solo en esos instantes que la vida te
sonríe, son buenos tragos.
Y bueno, ¡epa! ¿Nos metemos otro para acabar la noche?
Al acabar esto besó el cuello del joven que se perdía en
las palabras que salieron de la boca de esa mujer.
La calentura nuevamente se apoderó de sus cuerpos, las
sabanas esta vez ardieron a más temperatura, la habitación era un horno y esos
cuerpos se retorcían, explotaban y renacían en cada jadeo, al unísono cual ave
fénix. La niebla cubrió el ambiente, ambos se entregaban, se conocían más, se
olvidan de las penas y alegrías. Emitieron una lluvia de datos, gigabytes de
información de nuestra evolución expulsados en una risa ruborizada.
-Fue grata la noche guapo -dijo mientras abría la puerta
de la habitación en la que se podía ver la sabana nuevamente tendida, el
camisón sobre el velados y el pantalón en el viejo perchero; como si nada
hubiera pasado- espero vuelvas pronto y descuida la próxima sesión doble la
invitó yo, te espero guapo.
Y llevando
rápidamente las manos al trasero del joven dándole una leve palmada para
hacerlo saltar nuevamente al callejón serpenteante con peligrosas minas a cada
metro. Ella interceptaba a otro tipo que pasaba delante de su habitación, este
no acepto y se fue a la puerta de enfrente.
Lo vio y sonriendo dijo:
-La competencia es buena, olvide decirte también que soy
feliz cuando la puta de enfrente pierde un cliente en mis brazos.
E instantáneamente interceptaba al que pasaba por allí,
este sí aceptó, no sin anterior echar un vistazo de pies a cabeza el cuerpo de
la mujer, quien era empujada hacia el cuarto, al cruzar la puerta el tipo sonreía
al ver el hermoso trasero de la trabajadora.
La puerta cerró de súbito, busco la salida, más jóvenes
ingresaban, algunos aun con acné en el rostro iban apresurados a morir en las
profundidades de cada habitación.
Al salir, encendió un cigarrillo se lo llevo a la boca y
sonriendo, recordando a la puta fue caminando a casa, había sido una noche
distinta...
Melvin Jara
No hay comentarios:
Publicar un comentario