martes, 16 de abril de 2013

ME ESTOY VOLVIENDO VIEJO


En el espejo me veo, he cambiado.
Los años por mí sí que han pasado.
No soy más aquel mozo joven peinado,
nada tengo de antes, la juventud de ha marchado.

Solo arrugas cubren mi rostro
y piel marchita que la acompañan
cada día pierdo las fuerzas; y me postro.
Ante los crueles años que pasan, no se engañan.

Y mis ojos, su brillo van perdiendo;
mi frente se pronuncia más, y las canas.
Transforman mi apariencia, otras se van cayendo.
Las veo en el suelo, cerca y lejanas.

De lo que veo en mi espejo, me quejo.
Los años bellos se fueron; y entro la decadencia,
pero que puedo hacer, me estoy volviendo viejo.
Ya me sentare a tan solo esperar mi sentencia.
Se desplomo ante la mirada funesta de transeúntes;
quienes murmuran en voz baja, dañándole en su mísero ser.
Nadie se atreve a socorrerlo, dicen a sus hijos no lo apuntes,
y se alejan aprisa del lugar, aunque pueda fallecer.

Sumido en sueños, imágenes borrosas pero felices pasan.
Por su mente saturada de sus alucinaciones,
se ve en ellas la sonrisa de una dama, su amada.
Lágrimas caen de sus ojos cerrados; caen sobre la balaustrada.
Y en su se desbordan las más sublimes emociones.
Siente que su amor y su alucinación lo abrazan.

Ya de noche y el aun en la acera, completamente afligido,
soportando el inmenso frio de la inmunda ciudad,
las miradas de transeúntes y golpes con toda maldad.
Sin conocer el porqué de su actuar, del alma está dolido.

Llego a casa, cansado y la vio tirada en el suelo,
corrió a socorrerla, pero fue inútil, su cuerpo ya frio
en el suelo lo esperaba, murió y nació su delirio.
Desde entonces con sus vicios el pobre no halla consuelo.

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