Dos ángeles susurraban en el cielo, argumentos para dialogar
no tienen/ pero discuten como reclamar a su dios lo patético que los hizo/
lloran, se estremecen, se arrepienten, pero su reclamo oído no fue/ y su pena
del cielo, satán misericordioso lo quiso arrancar/ les propuso arrancar sus
alas, cortarlas con navaja de plástico/ esas frágiles alas de naturaleza
celestial se rasgaron/ insertando en sus cabezas dos cuernos de conocimiento,
en su frente la maldad/ la libertad de poder amar, de embriagarse con la
entrepierna sobre su propia felicidad/ se volvió un ángel sexual, lunático
hechicero del mar orgasmal/ mientras su semen de lava quemaba los úteros
comprados con céntimos/ dados por su dios padre para sus irás eliminar/ quemaba
también los vientos, ninguna puta lo aceptaba/ y el amor se volvió caro, no se
pudo reproducir y se tapó con el manto de virginidad/ Ese ángel violó al
viento, quien como perra parió/ Y su mierda se extendió, pedazos de estiércol
en el pulmón mundano/ a eso el gran dios nos ha confinado, a probar diario/ no
juzgan los atragantados, pero señor ¡La mierda de perro estamos tragando¡/ No
los compadezcas Moisés, otro avaro, egocéntrico como tú/ llegará ungido en mi
nombre, una lacra más/ “otro que vendrá a seguir con mi boom literario” repite
una y otra vez/ pobres idiotas mis historias leerán, dejaran de comer pan/ pues
sus gargantas de las heces de perro del aire se llenara/ seguirán soñando y
creyendo en teorías como la del big bang/ la evolución los degenerara, pero
tontos muchos serán/ Y su ángel sumido en soledad a sus brazos regresará/
generosamente él lo vuelve a arrojar al hoyo donde el padre lo mando./ Salió un
ángel con la piel bañada de semen y flujos, con mirada de violador tenebroso y
con una aureola pálidamente angelical/
aliento a mierda de perro pues en la tierra lo inhalo y las plantas
fumo/ mientras el padre sentado en su sillón dorado, sigue comprando con farsas
a más religiosos/ necio pederastas que expanden la obra de su amo, sus libro en
cada mercado/ y nosotros aquí con fervor cada día le rogamos, le imploramos y
agradecemos/ agradecemos la bolsa de mierda que nos ha dejado en el aire y
compramos su libro, pues es una ley impuesta/ una ley que nació desde que él se
dio cuenta que su bolsillo era más importante que nuestra felicidad.
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