(fotografía sacada de: El lar de los conformes disconformes)
La reunión iba siendo amena, tres tipos
sentados acompañados de unas cervezas, unas y otras y otras, sin saber que
acabarían siendo cuatro cajas al final del día. Iban recordando luego de nueve
años lo que fue la vida en el colegio allá por los años 90’s.
-Recuerdas a la Romy, dijo Pedro mientras
destapaba la botella de cerveza, tiene ahora tres o cuatro hijos. Está
maltratada y hasta parece más vieja que antes. Putamare, cuando recuerdo lo del
cole me entra una melancolía de mierda.
-Ah verdad, llegaste a estar con ella ahora
que recuerdo, jajaja. Este pendejo casi barre con el salón. Oe y los fallos
loco, los fallos. Tío Carlitos, traite una cajetilla de veinte marca lucky.
-Si Daniel, jajaj ese Pedro y pensar que hoy
estamos celebrando que eres papá. No la hagas larga pes Pedro, suelta la
botella que también cargamos con sed. Ah, la otra vez vi a la Romy en el
mercado, pero ella se paltea, me desvió la mirada y se quitó en una de ahí.
Estaba algo gorda.
Ellos hablaban mientras sus pensamientos
volvían al momento exacto de la última foto que se sacaron junto a la
promoción, recordaban como ese día llegó la profesora Bertha que era más
profesor que profesora. Y les dijo: Chicos todos al patio, lleven cada uno una
silla. Salieron todos cargando las sillas nuevas que el estado había mandado
luego del terremoto. Pedro, Daniel y André tenían en ese entonces diecisiete,
diecisiete y dieciséis el último. Cada uno tenía un recuerdo distinto del día
aquel. Daniel recordaba más el color amarillo de la ropa interior de Estelita
que vio sin que ella se diese cuenta en plena clase de matemática pues todos
estaban concentrados en resolver los ejercicios y este comenzó a gatear por el
salón para hacer una broma a Pedro que se sentaba en las primeras filas. Daniel
moría por Estelita desde que llegó al colegio por primera vez, Estelita tenía
casi diecinueve años y era la mayor de toda la clase por eso no hacía caso al
chico nuevo. Estelita estaba también concentrada en los ejercicios, sentada con
las piernas abiertas ignorando que alguien captaba ese cuadro para nunca más
olvidarlo. Pedro recordaba más el miedo que lo invadía pues era la última
semana de clases y pronto tendría que decidirse a por una carrera que lo pueda
sacar de la pobreza. André tenía la foto en su memoria, todos ellos y las
sillas nuevas, las chicas con las piernas entrecruzadas en la misma dirección.
Recordaba las insignias prendidas en la camisa de todos los compañeros de clase
a la profesora Bertha sentada en medio con una sonrisa de oreja a oreja.
Recordaba que Bertha era quien le había puesto ese apodo que lo venía cargando
desde aquellas épocas: carejerma.
Recordaba a las compañeras de clase a Aurora y su rostro quemado
mientras preparaba un dulce en su casa, a Nellida y a Susana con sus
conversaciones depravadas donde el castigo al novio era tomarse el semen del
amigo de este. Recordaba a María, la morenita que jugaba siempre al menoseo con
quien sea del salón, era bajita y delgada y fácil de levantar. A Carmen y su
polito blanco de educación física en clase de computación. Ese impulso que lo
llevó a morderle los senos, la sonrisa de esta y el silencio de sus ojos.
Pasaban todas por la mente de André. Lisset y su mirada de pericote, Yoselinne
y el hermoso trasero meneante en la fiesta por el aniversario del colegio, la
Bélgica y su gancho de ropa como sujetador del pelo, Yanet y el silencio absoluto
mientras iba sobándole las piernas durante un trabajo grupal de lenguaje. Todas
ellas en el recuerdo aún, todas ellas en la foto.
-Salud por tu paternidad gordo, ya era hora
también – levantando su vaso para que los demás lo sigan.
-¡Salud Daniel!
-¡Salud chicos!
Los tres saliendo de sus recuerdos de
secundaria.
-Oe, ¿recuerdan a Duro?
André y Pedro se quedaron pensativos un rato,
Daniel iba sirviendo nuevamente otro vaso y pedía tres chelas más con una seña
para continuar:
-Ya bueno, duro esta cagadazo, la otra vez
fui a visitarlo y el man está que se vuelve loco. Incluso ha intentado
suicidarse un par de veces. Y hasta se ha metido a esa agrupación de terrucos,
¿cómo se llama? ¡Ah! Patria Roja.
-Pero él quería ser el mejor abogado –agregó
André mientras sacaba un cigarrillo de la cajetilla sobre la mesa.
-Si pe’ Andrecito, pero la vida es cagona y
ahora ese man está cagadazo. Oe recuerdan cuando Duro dijo aquella vez que
estábamos con los trabajos: Vao a relajar la mente y nos quedamos todos pensativos
hasta que el sacó de su mochila las revistas porno, jajajaja.
Pedro que ahora tenía la botella de la
Cusqueña de trigo y su fallito lucky strike con pastillas de mora en su boca
botó todo el humo para poder hablar:
-Ese duro no ha caído tanto, ¿recuerdan a
Maro? Pues él sí que ha sufrido como mierda. Se le murió el chibolo recién
nacidito. Lo sé porque vi su foto colgada en el Facebook.
-Los años nos dejan dolores irremediales
Daniel, Pedro. ¿Acaso ustedes no han sufrido?
-Nuestros dolores no se comparan pes,
nosotros no la hemos pasado tan mal después de todo –Añadió Pedro- Sabían que
Alejandro sufrió un accidente en moto. Iba con su viejito quien falleció
inmediatamente. Alejandro se salvó por el casco. Ese huevón está postrado en su
cama, parece que ya no caminará y tiene que cargar la muerte de su viejito
encima. Como te digo André nuestros compañeros sí que la han pasado bien bravo
estos nueve años.
-Bueno casi todos Pedro, a la mierda volvimos
a secar otra botella. Tío otras dos chelitas. Pedro ¿cómo es esa pomada de que
eres el cúpido de la promo? Jajaja
-Jajaja, pendejo. Bueno, esas son huevadas
André. Era mi cumple y estaba tranquilazo cuando mi sobrinita me dijo que un
camión había llegado y que bajaron y preguntaron por mí. Te juro que yo ni sabía
nada. Al salir me topé con la Bélgica y su ex, el Melendez. Me quedé
boquiabierto la gringa estaba un poco picada, parece que ya venían empezando
hace un buen rato. Me saludaron por mi cumple y pasaron a mi casa…
En ese momento Daniel que pagaba por las
bebidas interrumpió.
-¿Oe pero la gringa no está casada?
-Espera pe’, déjame contarte cómo fue la
nota. Si, la gringa está casada y tiene ya su chamaquito con un profe mayor que
ella, pero llegaron a mi casa picados y ahí entre baile y baile los vi a Melendez
y a la gringa en afanes bien serios. Se habrán quedado solo una hora luego se
quitaron sin despedirse. Se fueron ya ebrios. Quién sabe lo que paso después,
pero de que la gringa se metió una pichanguita se la metió. Y ya, hablando de
pichanguitas cuándo nos metemos un partidito pes, hace tiempo que estoy sin
hacer deporte.
Daniel que ya empezaba a picarse cogió la
cajetilla de cigarros, la encontró vacía y volvió a llamar al tío Carlos para
que saque otra cajetilla más. Para él era inconcebible beber sin fumar.
-¿André y qué fue lo del supuesto reencuentro
que tendríamos luego de diez años?
-Puta, lo veo difícil si ya la mayoría tienen
sus hijos, ustedes dos por ejemplo ya casi ni salen por andar chambeando para
sus críos. Además no creo que la gente se recuerde de esa promesa en la fiesta
de promo.
-¿El chuz si se recuerda, acaso no leyeron su
post? La gente si se acuerda André, Si yo y Pedro nos acordamos también. Ah,
ese chuz ya tiene su tercer hijo y su cuarta mujer. Fue cagón eso de perder al
año de haber acabado el cole a su flaquita, parece que eso le ha chocado como
mierda.
-Bueno, quién sabe. Quizá sólo lo hace porque
es un arrecho de mierda. Como ustedes pes ¿o me van a decir que no le sacaron
la vuelta a sus señoras?
Ambos Daniel y Pedro se quedaron callados y
para matar el silencio que los agobiaba tomaron de un solo bocado sus rubias
bebidas. En la calle se respiraba tranquilidad, los autos y los peatones sin
ningún sobresalto, el tío Carlos que empezaba a conversar en la otra mesa sobre
lo jodido que está la situación para los maestros, de la huelga que no parará
hasta que el estado reconozca la labor que realizan.
-¡Salud por la paternidad del gordo pes,
conchasumare!
-¡Salud!
-¡Salud!
Los vasos volvieron a chocar, las botellas
volvían a quedarse vacías y el cenicero se llenaba con más colillas.
-Tío Carlitos, deja de andar jodiendo a los
demás y pásanos dos chelitas más.
-Ya chibolo, pero más respeto –respondió el
dueño del bar mientras se acercaba a la refrigeradora- No tengo más cusqueñas
de trigo muchacho, ¿te parece bien si te doy unas ricas y espumosas Pilsen?
-¡Bacán! Las Pilsen son más ricas que esta
huevada de trigo.
-Tú lo has dicho André –dijo por última vez
Carlos y sacando las cervezas de la refri se las llevó a la mesa.
-¿Oe Pedro y qué sabes de la gente? –preguntó
Daniel mientras llenaba su vaso.
-Ah, vi hace dos semanas a Estela…
-No jodas huevón, ¿qué te dijo?
-Ni mierda Daniel, no me dijo ni mierda si la
pendeja es botadaza, me vió y se hizo la loca. Esta bien rica la mierda esa,
quizá por eso se bota así de feo.
-Nada de eso –replicó André- según me
datearon se ha casado con un tío de monedas y que ahora no recuerda que estudió
en un colegio estatal.
-Debe de ser porque se veía bien producida.
Peinadita, con su bolsito rojo y con un culazo de campeonato. Relájate Daniel
¿o te sigues cagando por la Estelita?
-Bueno, ya no. Pero me viene a la cabeza
recuerdos de la fiesta de promo. Mientras bailaba con ella le dije que había
visto su ropa interior y que era de color amarillo. Se lo dije porque estaba un
poco picado, era la primera vez que bebía pes, así que no se caguen de risa.
-Pero que te dijo ella pes –Interrumpió André
llevándose a la boca el vaso con cerveza.
-Ah –Continuó Daniel con voz emocionada- me
dijo si no quería ver también los que llevaba ese día.
-¡A la mierda! Y no contaste nada.
-Es que pensé que sólo me pertenecía ese
recuerdo de Estelita en pañitos menores, pero si ya se casó y es botada ya no
importa.
-Ya, pero continúa con la historia pes
pendejo
-Espera pe’ André, vamos a mojar antes la
garganta para la locuacidad.
Volvieron a chocar sus vasos y bebieron
rápidamente su contenido. Eran las nueve de la noche y ya iban por la primera
caja de cerveza. El local empezaba a llenarse de gente que tomaban asiento y
pedían cervezas, pisco, ron. Se enfrascaban en conversaciones que iban desde
fútbol, el triunfo de Alianza Lima. Política con todos los sinsabores del
gobierno, de las huelgas y los malos pagos a los empleados públicos, de la
corrupción que se comió todo el país desde que independizaron. Hablaban de
todo, con un murmullo general donde podía uno escuchar sobre las posiciones
sexuales que más le gustaba y hasta de cómo se levantaban a las chibolitas
pulpinas.
-Ya bueno, como les iba diciendo Estelita me
preguntó si no quería verle los calzones en pleno baile. Claro que yo dije que
si con la cabeza. El calor me subía y se apoderaba de mi cuerpo. Acabó la
canción y me dijo que la acompañe al baño. Ustedes estaban pegados con las
botellas y con la gente, las chicas estaban llorando despidiéndose y los viejos
estaban también en plena chupeta. La seguí, su vestido moradito dejaba ver sus
piernas blanquitas y yo me preguntaba qué color llevaría en ese momento.
Llegamos al baño y ella ingresó primero, me dijo que pase y así lo hice. Me
preguntó si ya estaba preparado. Afirme nuevamente con la cabeza, estaba
nervioso y no pude gesticular palabra alguna. La muy pendeja se rio y se metió
al sanitario dejándome parado. Cerró con seguro la puerta, porque yo empujé la
puerta tratando de ganarme con todo. Habrá demorado unos quince segundos. Luego
la puerta se abrió y estaba ella parada sonriente sosteniendo entre los dedos
una tanguita de color blanco. Era una tanguita pequeña, riendo me lo dio y
antes de irse me dijo: Espero sepas aprovecharlo Danielito y se fue dejándome
parado, sosteniendo la ropita blanquita con fuerza.
-Jajaja, ¿pero acaso eso fue todo?
-Si Daniel, eso fue todo, ¿no jodas? –También
preguntó Pedro.
-Si muchachos, eso fue todo porque luego de
meterme una jalada de ganzo oliendo su tanguita. Salí del baño y la busqué con
la mirada por todos lados. El resto ya lo saben. Me acerqué a ustedes y les
pregunté si la habían visto.
-Si, ella se fue con Ricardo a otra fiesta.
–Respondió André conteniendo la risa.
-¿Putamare y porque no me dijeron eso?
-Es que era nuestra fiesta de promo y no
queríamos cagarte la fiesta loco, pero ya fue ¿si o no?
-Si André, ya fue conchasumare. Otro salud
por la Estelita pes.
Los tres rieron y llenaron sus vasos para el
brindis.
-Carlitos, ¡otras dos más porfa!
-A la orden Pedrito.
Trajo las cervezas, cobró por ellas y se fue
a la mesa donde estaban dos ancianos bebiendo coca cola con ron Pomalca.
-Oe, ¿saben algo del gatito? –preguntó André.
-Ese Kenyo de mierda, dónde carajos estará
–Se apresuró Daniel en responder.
-Yo lo vi hace dos meses en Pisco, estaba con
su flaca.
-¿La chatita de su cuadra?
-Si André, esa misma. Llevan un buen tiempo
juntos.
-Si, pero no sabías que gatito se rayó
conmigo porque pensaba que yo me estaba gileando a su enana.
-¡Jaaaa! –Dijeron al unísono Pedro y Daniel.
-Serio pes. Todo fue porque una tarde en el
cole me pidió que le escriba una carta romántica. Yo lo hice normal si después
de todo me iban a caer unas monedas. Pero al parecer la flaca no se convenció
del todo de que él lo haya escrito. Y ya pes, luego de acompañarlo a su casa a
la salida, como todas las tardes luego del cole, me iba a mi casa tranquilazo y
veo en la esquina parada a su chata, pasaba normalazo yo escuchando música en
mi Disc-man y la flaquita se me acerca, tuve que quitarme los audífonos. Era
bonita la enana esa, y me pregunta así de arranque: Tú escribes las cartas
románticas de tus amigos ¿verdad? Puta, yo me quedé heladazo. Asentí y la flaca
se me abalanza con un abrazo y sus labios buscando los míos. La esquivé y justo
en ese momento Kenyo sale de su casa y se gana con la escena. La flaca se quitó
en una y Kenyo no me volvió a dirigir la palabra.
-Si, esa enana era pendejita, si a mí también
me quiso pulsear.
-No jodas Gordo, ¿también a ti?
-Si, la chibola quería con todos. Quizá por
eso estaba con el Kenyo también.
-¡Mierda! Pero ya dejemos de hablar de
hembritas que me dan ganas de llamar a unas nenas –dijo con tono sarcástico
Pedro- Más bien qué saben de Chuito, me enteré que su viejita acaba de
fallecer.
-Sí, hace un mes y medio que falleció. Ahora
Chuito anda todo hecho mierda, creo que ni se cambia de ropa.
-¿Estaba estudiando idiomas creo?
-Si André, pero creo que lo dejó.
Volvían a secar las botellas, bebían sin
pausa. Tres vasos que no se permitían quedar vacíos. La mesa pequeña con tres
tipos recordando, haciendo cuentas de los nueve años pasados y contando
absolutamente todo lo que sabían de sus condiscípulos. Ya sea por efecto de la
bebida o simplemente para no dejar en silencio la mesa. Recordaban el nombre de
la promoción, ese nombre que Carmen soltó en medio de bromas: Alfred Nobel, que
la promo se llame Alfred Nobel. ¡Porque somos una promoción dinamita!
-¿Sabían que el chibolito de la Carmen tiene
leucemia?
-Nada, no sabía.
-Ni yo sabía nada.
-Bueno, eso me dijo Banny entre lágrimas la
otra vez que lo encontré tomando en la calle con uno de sus vecinos.
-Mierda, pobre Banny y la nera.
Ya eran las once la noche, seguían bebiendo
mientras fumaban. O fumaban mientras bebían. Recordando y contando lo que
sabían de sus demás compañeros de clases. Dejándose llevar por el alcohol que
iba soltando sus lenguas. Era una promoción de jóvenes que tuvieron una vida
difícil, se contaban todo esto porque el dolor ajeno disminuye los dolores
propios. Y dieron las doce y una de la mañana. Ellos aun bebiendo ya en su
cuarta caja. Ebrios cantando canciones de Yosimar y Jambú, porque se habían
quedado sin historias ajenas que contar. Ninguno durante esa noche contó algo
de su vida, ni por casualidad ni por el exceso de tragos. Pero bebían sin
detenerse para nada. Lo último que se dijeron fue una fecha en la que se
volverían a reunir, en la que volverían a contar las mismas historias o quizá
ponerse al día con nuevos detalles de la vida de sus compañeros. Pero nada de
contar algo de ellos, nada de eso. Solo hablar de los demás y listo, mientras
bebían. Fue a eso de las dos de la mañana que cada uno salió rumbo a su casa,
con los pasos tambaleándose, con la cabeza dándoles vuelta, lentamente luego de
despedirse. Sin saber si se volverían a encontrar en ese fecha. Sin saber nada
porque llevaban ahora los dolores ajenos y quién sabe quizá en el transcurrir
del tiempo antes de la fecha pactada alguno de ellos sería ahora víctima de los
años y de los dolores que trae en su andar. No lo sabían, no lo sentían porque
iban ebrios y faltaban tan solo tres horas para que amanezca. Ese día ninguno
de los tres fue a trabajar porque despertaron tarde, con resaca y con los
bolsillos anémicos.
A:
Daniel y Pedro.
Por pendejos.
-Melvin Jara.
A:
Daniel y Pedro.
Por pendejos.
-Melvin Jara.