domingo, 2 de agosto de 2015

QUE PUTA FELICIDAD

Salía apresurado, invadido por todo tipo de ideas. En su mente descansaba solo una consigna: hacer algo nuevo, algo distinto. Hoy no iría a los típicos bares, hoy se perdería en otros caminos y bebería tragos que no había bebido antes. Cansado de lugares sobrios, de monotonía girando al filo del cristal que dormía en la bañera, de esa constante sonrisa dibujada en alguna mesera.
 Hoy iría a un prostíbulo, había tanto que aprender ahí, tanto que dejar.
Al llegar la enorme puerta dejaba entrever a tanto hambriento sexual entrando y saliendo, jóvenes acariciados por el placer de un par de senos y un cálido culo, entró y se topó con un ambiente lleno de luces amarillas y moradas y enormes callejuelas serpenteantes minada de puertas a cada metro y dentro de cada una de esas puertas hechas de triplay explotaban de placer y descansaban algunos. Anduvo sin rumbo fijo, dejaba que sus piernas y su estado etílico lo condujeran hacia alguna mina para explotar.
Una salió a interceptarlo
-¿A dónde vas guapo?
Levanto la mirada, sus ojos se toparon con una mujer de metro sesenta y ocho, sonrisa histérica, ojos alienados, un cuerpo delgado de una belleza que solo la saben reconocer los que han viajado innumerable veces al infierno y vieron hacía arriba mientras ondeando una bandera rojoazul ese mismo, con esa mirada, con esa sonrisa, con esas piernas; tan ida, tan vuelta.
-Voy a perderme- dijo.
Ella lo abrazó, le dijo suavemente al oído:
-Por treinta te conduzco a un pequeño agujero que sin duda te dejará quizá no perdido. pero si resuelto y hasta podría decir fatigado.
Sonriendo y estremecido respondió:
-Te doy el doble, por dos turnos.
-¡Goloso resultaste guapo! Atraco, ando un poco necesitada, jajaja.
Lo hizo pasar, sus ojos se detuvieron en los pantalones colgados en el viejo perchero su camisón. Sobre un velador algo viejo y roído sonreía en uno de los cajones una enorme de pila de preservativos.
Ella se quitaba el brassier cuando este la vió
-¡Detente!, aun no- acercándose a la mujer- seré yo quien te despoje de tu armadura.
Dejo el brassier en el perchero junto a las demás prendas y mostró una sonrisa cachonda para luego empujarla y ella dejando caer todo su peso sobre el camastro.
Se acercó, posó su mano en su cabellera levantándola un poco. Segundos después la puso de espadas, retiró el cabello viendo la nuca desnuda la beso. Sus manos descendían y se posaron en uno de sus pechos, lo acaricio por un rato, presionando lentamente, soñando con las nubes, sintiendo el regocijo de palpar esos trozos pequeños sacados del cielo por algún endemoniado ser. Sus labios continuaron masajeando el cuello de aquella mujer mientras empezaba a jadear.
Ambos cayeron a la cama atraídos por el poder de gravedad en la habitación, empezando a encender las sabanas se despojó lentamente de todas las prendas incluso hasta la piel, no hubo ósculo alguno que viole las reglas del contrato de una puta, la lucha fue ardua,  despertó la magia de aquel bosque que siendo talado por muchos no habían logrado sembrar ni un solo árbol. La escena se dió entre jadeos, miradas conectando sus sexos, jugando a conocerse en cada profunda caricia. Minutos antes de que el kamikaze estallara. Ella lo besó en el rostro. Acariciando su cabello, mientras sacudía su cuerpo frenéticamente, lo dejo reposar al lado suyo. El soldado recién llegado de las alturas merecía un descanso. acabado el trajín, se acostó viendo al techo y preguntó bruscamente:
-¿Eres feliz?
La mujer sorprendida soltando una risilla respondió:
-¡Hombre! Soy una puta, ¿qué esperas que diga? ¿Qué soy feliz y que como perdices? Jajaja
-Disculpa, a veces no sé porque se me ocurren  esas preguntas.
-Es tu primera vez, ¿verdad?
-¿Con una mujer? No.
-Entonces con una puta ¿sí?
-Pues, sí. Gracias.
-Jajaja -Mientras ataba su cabello-  Hasta agradece. Caballerito me resultase, ¿no habrá flores y chocolates también?
-No.
-Bueno disculpa, eres raro.
-Gracias, es un halago alentador.
-Jajá, bueno guapo. Haber -dijo mientras abrazaba al joven aun cansado- ¿La felicidad, si soy feliz? Es una pregunta muy complicada. Cuando llego a casa y me entrego de llena a mi cama, lo soy. También lo soy cuando al amanecer toca a la puerta mi hija, ella tiene trece años aunque parece de quince. No digas nada, lo sé. Soy un mal ejemplo para ella. Pero, es que mi vida fue dura, su padre me abandono a los ocho meses de gestación por un par de senos jóvenes y un culo de pato. Mi hija es criada por mis padres, no me permiten Verla. Pero ella escapa y verla me hace feliz, muy feliz.
También soy feliz cuando escucho algún tema de Nirvana. Soy feliz cuando al comprar me sale una rebaja, puedo ahorrar y veo en cada centavo a mi hija estudiando una carrera, no quiero que sea una puta como su madre. Soy feliz cuando acaba el fin de semana, los lunes para aclararlo, pues llegan siempre los tímidos y no necesito mucho tiempo para despacharlos. Lo soy también cuando bebo una copa en el bar de la entrada antes empezar el trabajo, es que para mí la felicidad es igual a tomarte unos tragos, si son muchos te marean y acabas en la lona. Si lo bebes solo en esos instantes que la vida te sonríe, son buenos tragos.
Y bueno, ¡epa! ¿Nos metemos otro para acabar la noche?
Al acabar esto besó el cuello del joven que se perdía en las palabras que salieron de la boca de esa mujer.
La calentura nuevamente se apoderó de sus cuerpos, las sabanas esta vez ardieron a más temperatura, la habitación era un horno y esos cuerpos se retorcían, explotaban y renacían en cada jadeo, al unísono cual ave fénix. La niebla cubrió el ambiente, ambos se entregaban, se conocían más, se olvidan de las penas y alegrías. Emitieron una lluvia de datos, gigabytes de información de nuestra evolución expulsados en una risa ruborizada.
-Fue grata la noche guapo -dijo mientras abría la puerta de la habitación en la que se podía ver la sabana nuevamente tendida, el camisón sobre el velados y el pantalón en el viejo perchero; como si nada hubiera pasado- espero vuelvas pronto y descuida la próxima sesión doble la invitó yo, te espero guapo.
 Y llevando rápidamente las manos al trasero del joven dándole una leve palmada para hacerlo saltar nuevamente al callejón serpenteante con peligrosas minas a cada metro. Ella interceptaba a otro tipo que pasaba delante de su habitación, este no acepto y se fue a la puerta de enfrente.
Lo vio y sonriendo dijo:
-La competencia es buena, olvide decirte también que soy feliz cuando la puta de enfrente pierde un cliente en mis brazos.
E instantáneamente interceptaba al que pasaba por allí, este sí aceptó, no sin anterior echar un vistazo de pies a cabeza el cuerpo de la mujer, quien era empujada hacia el cuarto, al cruzar la puerta el tipo sonreía al ver el hermoso trasero de la trabajadora.
La puerta cerró de súbito, busco la salida, más jóvenes ingresaban, algunos aun con acné en el rostro iban apresurados a morir en las profundidades de cada habitación.
Al salir, encendió un cigarrillo se lo llevo a la boca y sonriendo, recordando a la puta fue caminando a casa, había sido una noche distinta...

Melvin Jara

viernes, 17 de julio de 2015


IRÉ A PARAR




Otra vez enfrascado en la rutina;
05:45 am, salir del sueño
y empaparme los cabellos de realidad
  (Tan fría)
Ponerse la sonrisa planchada,
lavada uno o dos días antes
(sábado si no saliste, domingo con
 una endemoniada resaca )
Salir y dejar atrás el sonido de casa
(o esos pedos silenciosos que embriagan el ambiente)
Despedirme del gato que siempre vigila desde el tejado
sin pestañear, sin moverse.
Deambular perdido, pero con rumbo fijo
saludos protocolares
(a los tipos con miradas idas;
no saben si vienen o se van.
O si se vinieron o alguien les da)
El mismo vacío en los vagones del tren
la mirada fija a una chica, del hombre con problemas mentales
(seguro irá a meterse una paja)
El llanto de aquel niño que no encuentra al padre
la conversación añeja de dos viejos
que vuelven a contar epopeyas pasadas
(Tres tabletas de viagra en cada bolsillo)
y recuerdan sus nuevos finales
La chica que coge el móvil para llamar al ex
la que espera el mensaje con ansías
el joven que ama en cada llamada a sus amantes
o el que vuelve a casa después de las arduas batallas amatorias
(Por eso aún no llama ni mensajea a la segunda)
siempre las mismas historias
distintas caras
El mismo vacío en los vagones
un hombre sentado al lado mío
pregunta:
-¿Qué hora marca su reloj?
6:32 am
-¡Llegaré tarde al trabajo!
Salta y va a la puerta
(Tiene los dedos temblorosos
 y las uñas con olor a yerba)
Es su paradero / también el mío
Solo que hoy iré más lejos
quizá así logre llenarse el vagón
y ya no se sienta el mismo vacío
07:00 am No llegué al trabajo.
(no sé adónde mierda iré a parar)

Melvin Jara.