martes, 27 de agosto de 2019

LA CONDENA


Cuando llegó al consultorio tomo asiento en la típica sillita color rojo en el centro de la sala y se limpió el sudor de la frente unas tres veces con el pañuelo color rosa que guardaba en el pantaloncillo de tela. Empezó tartamudeando, con los ojos desorbitados y sin más empezó a contar sin detenerse ni un solo segundo, mientras yo tan solo lo escuchaba:
“La verdad es que no puedo explicar mis sueños. Cada día se me hacen más sangrientos y bizarros, tanto que incluso empiezo a temerlos mientras me siento al borde de la cama luego de despertar. Por ejemplo, ayer soñé que iba en una combi por una de las calles de Huamanga, para ser exactos por la Cinco Esquinas. Esa donde se puede ver gran cantidad de periódicos, carros y peatones inundando todo el ambiente con su fétido olor y también cantidad de vagabundos sentados pidiendo limosna o simplemente vendiendo peines, agujas, carretes de todos los colores, caja de fósforos, dedales y cigarrillos de contrabando. La combi en la que iba era la número cinco y sus colores rojo y azul se distinguían de los demás microbuses. Venía desde mi casa en el seguro de Cannán alto y el tráfico a esa hora era un total asco. Últimamente las calles se han llenado de venezolanos y eso mismo pasaba en mi sueño. Iba yo con la vista enfocada en la acera donde las personas se aglomeran y los rostros se confunden los unos y los otros, donde sus ojos son también tus ojos por tan solo un par de segundos, donde tus manos sienten el sudor de un cuerpo a varios metros de distancia al igual a pocos centímetros. La calle abarrotada me dejaba ver directamente a un vagabundo que levantaba la mano para pedir alguna moneda que cayera sobre ella y la pueda descansar por lo menos un breve lapso de tiempo. En esto una hermosa venezolana que vendía marcianos y sándwiches pasaba con su típico acento ofreciendo su mercancía, la vi pasar cerca del vagabundo que con la mano estirada esperaba se posase en ella alguna moneda. Juro que pude ver sus ojos cuando la extranjera estuvo delante de él, esos ojos inyectados de lujuria y de completo desconocimiento, sus manos dejando de estar estirada para ir a parar sobre el enorme y acorazonado derrier en forma tan descarada que la chica extranjera comenzó a increparle su actuar dejando caer alguno que otro chupete y sándwich. El hombre cubierto con tan sólo harapos y sonrisa sobrecogida quiso levantarse del suelo donde se hallaba sentado intentando huir del lugar antes de llamar la atención de los transeúntes sin embargo, no contó con que la extranjera usase la cuchilla que guardaba en su bolso para apuñalarlo. El golpe que le dio fue tan rápido y tan violento, en medio del insulto que ella musito: mañoso coñesumadre.
El cuchillo fue a dar un par de veces en el estómago del vagabundo, dejando el polo color amarillo con una mancha roja que se iba acrecentando dejando que el ocaso de su ropa grite a todos en la calle. El tipo cayó lentamente al suelo, mientras la venezolana iba alejándose lentamente hasta llegar a una esquina y doblar. Algunos peatones lograron también observar todo lo sucedido, las pocas mujeres que allí estaban gritaron en medio del tráfico atascado de pleno tres de setiembre. Por mi parte pude ganarme con todo el espectáculo pues estaba por así decirlo frente a ellos, sentado en el asiento del fondo de la combi de color blanco con líneas rojas y azules.
El grito de las mujeres avivó a los transeúntes quienes se acercaron rápidamente al vagabundo desangrándose en plena vereda. Las mujeres explicaban una y otra vez que la atacante fue una extranjera, venezolana, por la gorrita que está llevaba puesta y la describían como una mujer de grandes proporciones que vendía marcianos y sándwiches quien saco de su cartera el objeto punzocortante con el cual hirió al compatriota. Las personas en rededor se indignaron y comenzaron a proferir insultos en contra de la mujer que aún no conocían. Inmediatamente una pequeña comitiva salió disparada buscando a la artífice de tremenda falta a un ciudadano peruano. No tardaron ni diez minutos en traer a la mujer quien inútilmente intentaba explicar lo ocurrido;
-        Pero chica, lo hice porque estaba cansada de que los coñesumadres se sientan con facultad de meterme la mano cada que ellos quieran.
Para esto, el tráfico no había dejado avanzar al colectivo en el cual me encontraba, los demás pasajeros bajaron dispuestos a golpear a la mujer pues les parecía algo bien pendejo que siendo extranjera cometa tremenda falta, comenzando a increparle sobre el seguro social, la facilidad de trabajo que se les daba y demás cosas que en estos momentos no recuerdo bien. Puede que todo esto haya sido tan sólo la cosecha de toda la mierda que sueltan los medios de comunicación tratando de enervar a mis conciudadanos para buscar un desfogue de toda la telaraña de corrupción y el maltrato continuo de nuestras autoridades, y es que es mil veces mejor echar la culpa a unos tipos que desconocen de todo esto y solo vienen a tratar de sobrevivir. En esto no quiero defender a nadie solo ser sincero con lo que viene ocurriendo en nuestra sociedad o al menos lo que sucedía en aquel momento en mis sueños
Comenzaron a empujar a la pobre mujer que lentamente se colocaba detrás del colectivo en el que iba y fueron expandiendo el chisme sin siquiera levantar al pobre vagabundo que se encontraba tirado en la vereda sin poder emitir alguna palabra.
Esta parte del sueño fue la que me dejó helado sin poder respirar y minutos después me llevo a despertarme para toparme con un frío de diez grados bajo cero en plena selva, algo que no se veía en cientos de años, el paisaje estaba cubierto de una neblina tan potente que a diez metros uno no podía distinguir absolutamente nada.
La mujer se intentaba proteger de los manotazos que la gente intentaba propinarle colocándose detrás de la combi, para esto yo me levanté del asiento y quise salir para explicar cómo había sucedido todo, no para defender a la extranjera, si no para aclarar el tema y para regañar a todos por no llevar de una puta vez al herido a un centro hospitalario. Cuando el motor de la combi que estaba detrás aceleró con todo hasta colisionar con la combi de la cual estaba a punto de bajar, el coque fue tan brutal que destartalo la parte trasera del vehículo en el cuál venía, dejando para mí sorpresa y miedo total las piernas de ciudadana venezolana deslizándose en el piso de la combi donde yo aún permanecía, sangre chorreando por todos lados como si fuera una bañera, la gente afuera festejando lo ocurrido con;
- ¡Se lo merecía por perra!
- Bien hecho, por no respetar a los ciudadanos natos.
- Que se joda, quien la manda a salir de su país.

Alrededor otros ciudadanos venezolanos trataban de no vomitar y de huir a toda costa del lugar. Por mi parte no me quedó más que bajar del vehículo, avanzar unas cuantas cuadras con los zapatos manchados de sangre, entrar a una librería para preguntar por libros que hablen sobre el salvajismo humano a lo que el vendedor replicó:
-Solo tengo el antiguo testamento, pasillo uno, fila cuatro.
Avance lentamente hasta que por fin pude abrir los ojos y abrigarme con una manta más, sin comprender completamente que carajos estaba pasando en mi cabeza.”

Al acabar los oficiales lo sacaron de la oficina y se lo llevaron directamente a su celda, donde purgaba cadena perpetua, para retirar sus artículos personales y ser trasladado a un hospital psiquiátrico.  



-Narcisiliano Qatsuqui