miércoles, 28 de junio de 2017

19:00

19:00
la chica de la esquina dijo que no
dos mujeres pasaron paseando a un perro
y una moto dejó de sonar
línea amarilla
amarilla
amarilla
Los postes huelen a orina
y tengo ganas de mear
pero no puedo porque fumo
un pall mall
y la otra mano la tengo en los bolsillos
voy pensando que me hará bien el camino
pasa el camión de la basura
se lleva recuerdos inutilizables

19:02
las niñas gritan
nadie las oye
por el run run que se come a la ciudad
que cae a pedazos
Intento cruzar la avenida
líneas blancas
continuas
blancas
apago el cigarro
porque no fumo las colillas
saben a plástico
y eso se degrada lentamente
Agacho la mirada

19:05
todos se saludan
pero nadie a mí
será que sólo me queda
un encendedor
y unas monedas para el pasaje

19:15
las cumbias suenan fuerte
como lamentos
con un toque de alegría
Envidio a todos
porque sólo escuchan el tambor
y yo me muerdo los labios
porque me dan miedo los autos
más aún el sonido de las llantas
encerrado en el asiento delantero
Sé que llegaré a casa
pero perderé las monedas
y no tengo nada para fumar
sólo está tonta nota
y el encendedor

19:30

Puede que ya haya llegado

-MELVIN JARA

LA CALLE ES UNA FIESTA

La calle se viste de fiesta
las esquinas son puntos explosivos
de felicidad desbordante
y no lo digo por las niñas
que salen con esas florecillas
que llevan en las manos
ni por sus pétalos frescos
porque llevan sonrisas gastadas
pero sonríen
y el simple hecho de hacerlo
le da la magnitud sísmica
que requiero para continuar
en el trayecto.

Porque las mototaxis
y los boom de los autoparlantes
abarrotan también la calma
por eso hay fiesta en las calles
cláxones dinamitando el silencio
todo es una fiesta
y los peatones van sin saberlo
otros viene
es que nadie sabe estarse quieto
ni las manos que ahora escriben
que es también otra forma de baile

La calle es una fiesta
donde no importa los horarios
ni las señales peatonales
semáforo en rojo
luces apagadas
tintineo
el ruido de las suelas desgastándose
mientras andamos
a un swing  pegadizo

Estoy solo
en esta fiesta
y bailo
rio
lloro
me retuerzo
vuelvo a bailar
porque la calle es una fiesta
que no tiene fin.

-MELVIN JARA

lunes, 26 de junio de 2017

OCOFOBIA

Es que salir de la casa ya no es lo mismo, ya no. Porque ahora he sido testigo de cuatro accidentes, todos seguidos y en el mismo lugar. Y tan solo han pasado tres semanas desde el primer incidente, sí, tan solo tres semanas y ya van cuatro choques, es como si el dolor acompañase ese lugar, como si un manto oscuro cubriera todo y los chóferes pierden el control a causa de visibilidad. En verdad no lo sé porque la otra vez mientras viajaba en rubo a casa una mujer luego de subir su cuerpo y depositar aquella humanidad empezó con una voz entre graciosa y entrecortada: Este lugar, fue en el segundo accidente ahora que recuerdo bien, se ha manchado hace mucho y ya nada queda por hacer. dijo. Y yo no creía nada porque tres accidentes es normal en una ciudad con un tráfico severo. Es normal decía porque aquí los conductores piensan más en el dinero que en sus vidas. Así es esta ciudad, así son algunos conductores y es normal pensar en tres accidentes en una misma curva. Por otro lado también el clima frío y lluvioso de las últimas semanas podría influir en los accidentes pensé también en ese momento. La señora no volvió a decir nada porque se entretuvo leyendo el horóscopo. luego de eso la tragedia que sacudió toda la provincia, no habían pasado ni tres días del último siniestro cuando ocurrió. golpe frontal, ambas unidades desechas, hechas mierda, el impacto las había descacanado, los fierros llenos de sangre y las pistas de rojo con trocitos de vidrio flotando. los bomberos como siempre presentes y con todo el jaleo de la situación. El caos y el desorden como siempre reinaba las calles, será que nadie quiere apoyar al otro y si no se van de mirones es porque están rebuscando solo carteras. Así han pasado los cuatro y todos seguidos y siempre con el mismo resultado de muertos y heridos, de muertos y hombres atrapados entre la lata y los fierros. Sangre acumulada y vidrios en pedacitos nadando en ese rojo escarlata.  Y eso creo que ya no es normal, porque normal son tres veces, sólo tres veces, eso si es normal, pero cuatro ya es algo que se pueda temer por eso salir de casa ya no es lo mismo.

jueves, 22 de junio de 2017

HABITACIÓN DESOLADA.



-Dale que ya es tarde

-Pero recién acabo de despertar y ya quieres que salga. Apresurado las cosas nunca salen bien y lo sabes, espera.

Eran las seis de la mañana y la habitación ocupada solo por André, quién acababa de abrir los ojos luego de una larga siesta, quedaría desolada. Raquel que hacía media hora estaba despierta y ya cambiada esperando ansiosa para poder salir se encontraba en la puerta.

 El tiempo transcurría lento mientras André tomaba un café instantáneo, mientras ella ansiosa con la taza vacía, golpeteando con los pies ese piso de madera. En el ambiente se lograba sentir el petróleo añejo que cubría ese piso que era golpeado constantemente.

-André, ¡apresúrate! ¿Acaso no puedes tomarte algo en serio?
-Es que no puedo salir con el estómago vacío, ya acabe -dijo mientras dejaba la taza ahora vacía y se limpiaba las manos del polvillo de harina que dejaron los panes que comió y recogiendo el pequeño paquete que había dejado la noche anterior sobre la mesa- Vayámonos entonces.

Se incorporó con pereza, aún con el bostezo en la garganta. Cogió la chompa sobre la silla y sin más se dirigió a la puerta.

-¿Piensas qué todo es así de fácil verdad? -Empezó de pronto Raquel, muy enojada y empezó a botar las cosas de la casa, las pocas cosas que había en casa. Volaron por todos lados, las dos tazas, los panes que quedaban sobre la mesa, los cubiertos y el azucarero. Todo al mismo tiempo su grito y las cosas por todos lados de la habitación- Pero claro, el hombrecito no se da cuenta que así nada más no son las cosas, si, porque su estómago es primero y no se fija absolutamente en nada.

-Demonios Raquel, ahora que sucede. Ya estoy listo, ¿vamos?

-No, pues ahora yo no estoy lista, yo no estoy lista ahora. Porque claro, Andrécito solo piensa en él y en nadie más, menuda mierda André, Menuda mierda, lo mismo siempre, la misma cagada de siempre.

-Demonios Raquel, cálmate y dime ¿qué es lo que sucede ahora?

-¿Qué vas a saber tú?

-¡Por eso te pido que me digas!

-No, ya fue. Vamos.

-¿Quieres que recoja las cosas que tiraste?

-¡No!

Salieron de la habitación, ya fuera la calle empezaba a llenarse de la luminosidad del día, las avenidas empezaban a llenarse de ambulantes y de peatones apresurados. Afuera todo era igual, los autos, los semáforos en rojo, verde o amarillo. El casero vendiendo los panes a ocho por un sol, la señora de cincuenta años con la bolsa repleta de verduras, la señorita de veintidós años y su cartera negra, sus medias gruesas y los anteojos marrones. Todo como todos los días salvo André y Raquel que pisaban la calle por primera vez a esa hora y se le venían todos los olores y hedores de la gran urbe.
Sus pasos eran lentos y silenciosos, sus ojos iban hacía todos los rincones de la calle como buscando algo que los saque de esa extraña nube en la que iban, claro que Raquel estaba aún furiosa con las manos cruzadas mientras avanzaba algunos pasos más adelante que André.

Al llegar a la estación de trenes, luego de unos quince minutos de larga caminata. Ambos con los mismos gestos, es decir ella furiosa con las marcas sobre su frente y sus brazos cruzados y él inspeccionando todos los rincones de la calle. Raquel volvía a golpear el suelo con sus tacones.

-Y ahora André, prométeme que no volverás a pisar esa casa, pero promételo por favor. No vaya a ser como la última vez.

-Esta bien R, lo prometo. Prometo que no será como la última vez. Será como una nueva vez.

-Carajo, ¡hablo en serio!

-¡Lo prometo!

Llegó el tren y los presentes comenzaron a formar para poder ingresar en los vagones. Trajes multicolor en una sola fila y ella aún parada con los brazos cruzados, esperando quizá que su acompañante diga algo antes de formar también. Pero este se encontraba viendo los rostros de los formantes, sus trajes y sus zapatos, sus ojos iban también siguiendo a los que iban saliendo de los vagones.

-Entonces -interrumpió Raquel- ¿esta vez si no volverás a la casa?

-Así será y ya -respondió mientras sacaba su boleto de tren- descuida, más bien trata de arreglar todo. Llegarán pronto.

-¡Ja! Eso lo sé.

-Bueno, entonces hasta la otra- Dijo y camino hacía la fila que empezaba a ingresar a los vagones ahora vacíos.
Ella parada aún con los brazos cruzados espero tan solo diez segundos y luego dió media vuelta y regresó por donde vino.

La noticia estalló a eso de las once de la mañana, cinco horas después. Los policías de la ciudad no lograban comprender quién habría perpetrado tan vil acto. Pues sólo encontraron a la mucama llamada Raquel con claros síntomas de haber sido dopada, la caja fuerte vacía y el Conde Martínez con el rostro desfigurado, posiblemente por los constantes golpes que recibió con el martillo que se encontró sobre la cama de huéspedes.


MELVIN JARA.